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2012-06-27 22:24:07

Los 9 perros son su única compañía

LosLos canes  acompau00f1an a Fanny en su trabajo como lavandera

u00a1Y de repente ella aparece como una suerte de agujero negro en Quito! Un lugar en el espacio donde el tiempo y las leyes de la física entran en muerte súbita. Fanny y sus nueve perros son

como la imagen de una dimensión que se sobrepone a los cargadores hundiéndose en el asfalto, a los buses embutiéndose de gente, a los gritos,

al ritmo acelerado. Su cabello cano casi se refleja en el brillo del barniz de la banca. Su cuerpo vencido y sereno

bajo su chalina azul le da un

aspecto semidivino a la escena, que se completa con perros, que están acostados alrededor de Fanny, como si ella fuera el sol y ellos planetas yermos que

giran a su alrededor.La mujer es Fanny Quiroz. Ninguno de los perros,

que

todos los días pasan junto a ella,

tienen nombre. Con un u0093u00a1vamos!u0094 todos ellos entienden que Fanny está ahí

para ser fiel, para alimentarlos y ellos para darle compañía. La mujer que cuidaba una de las dos lavanderías del sector del Panecillo, tuvo que abandonar su puesto, pero los perros se quedaron ahí. En un primer momento Fanny cree que la mujer le regaló los perros, pero más adelante explica que los animales andaban hambrientos así que ella decidió hacerse cargo de la comida de ellos.Fanny

llega a las 07:00

a la lavandería, a diario le encargan lavar hasta 10 docenas de ropa, por cada docena, la mujer de 88 años,

cobra 2 dólares, que algunos no pagan;

u0093u00a1cogen su ropa lavada y se van!u0094, denuncia la

lavandera. Las lavadas han disminuido desde que cual más cual menos se ha sacado a plazos una lavadora. Pero no es lo mismo, las lavadoras no sacan bien el sucio, hay que fregar las bastas y los cuellos con fuerza, dice ella.u00a0A propósito de tiempos modernos, ella ya sabe que

van a cerrar la segunda lavandería del sector. Dice sentirse un poco enferma y que cuando eso ocurra deberá buscar la forma de ganarse la vida y terminar con 25 años como lavandera, oficio que empezó

a realizar a raíz de la muerte de su esposo, quien era chofer y la mantenía.u00a0A las 15:00 termina su tarea, va a su casa, los siete perros de la lavandería la siguen, junto a otros dos que son de ella. Fanny se pone a la espalda un balde grande y baja del Panecillo a la 24 de Mayo, al restaurante de una conocida suya,

que queda

junto al teatro Puerta del Sol, donde

le ha dicho que siempre puede pasar por las sobras de comida. Hay días en que solo logra obtener un medio balde se sobras. Ahí es cuando debe ir por dos libras de harina y arrocillo para cocinarles.Luego de comer, los canes regresan a la

lavandería que está abandonada. Ellos ingresan por un agujero, el mismo por el que pasa

uno que otro trabajador municipal que ha ido por los cachorros

que en varias ocasiones han dado las hembras. Fanny regresa a la casa con el perro blanco que está a sus pies, el cual nunca la abandona y al que le u0093sacaron las bolitas y le cosieron losu0085, dos puntadasu0094.

u00a1Ajá!,

y pasando a otro tema... u0093Están sanos y buenosu0094, insiste Fanny. u0093u00a1Vea!u0094, y me indica la parte íntima del perro:

u0093vea lo que le exprimieron los huevitos a los perrosu0094,

pero prefiero no anticiparme a ver lo que me podría pasar

cuando me haga la vasectomía.u00a0Para sus dos perros hay unos sacos viejos que le han regalado. Ella los acuesta en la puerta y estos están atentos y listos para ladrar ante la presencia de cualquier extraño. La mujer vive sola, casi sola, en unos cuartos pequeños que le

arriendan

a unas primas que viven en

Estados Unidos, no tiene hijos, siendo joven se hizo cargo de unas dos sobrinas que ella dice que se portan mal con ella, son como no haber, más bien el esposo de una de ellas la ayuda a bañar a los perros.u00a0Alguien más hace el ademán de querer acercarse a Fanny,

en la plaza de Santa Clara; los perros reaccionan, en especial el blanco,

empiezan a ladrar con ferocidad. Fanny se echa el balde a la espalda, ayudada de su chalina: u0093u00a1vamos!u0094, dice y todos empiezan a seguir los pasos de una mujer y sus arrugas

tan profundas que marcan laberintos e interrogantes en su rostro.