Obispo de la filigrana
César Alfredo Cevallos, orfebre experto en metales preciosu00a0' Su historia tiene la textura de una buena tela, como esos casimires que salían de los telares de Chillo Jijón, obraje emplazado en su tierra, que vestían a la gente chic del Quito de los años cuarenta. Como esos casimires, la vida de César Alfredo Cevallos Niacato empezó como una fibra delgada y descolorida para, luego de 60 años de trabajo infatigable, adquirir una sólida urdimbre que trajo aparejados el desahogo económico,
la armonía hogareña
y la satisfacción interior.De
humilde cuna, este sangolquileño nacido un 6 de diciembre de 1944
tuvo una niñez con pocas sonrisas y muchas necesidades. Con el hambre como la magra
invitada
a la mesa familiar. A los 8 años
tuvo su primer empleo. Luego de recibir
clases en la Escuela
Santa Ana hacía los mandados en el taller de
orfebrería de
Joaquín Tinta. Allí aprendió los primeros secretos de la platería.
No obstante, cumplidos los 12,
su papá Andrés le llevó hasta la zapatería del señor Terán,
para que aprendiese
ese oficio. El trabajo le duró menos que una calentura y le costó una de las u0093pisas más completasu0094
de las que tiene memoria. u0093Lo que pasa es que
nunca me gustó poner corridas y media suelas sino dar forma
al oro, la plata, el bronce, el cobre y las piedras preciosasu0094. Con buen criterio, su viejo le encaminó hasta la platería de Luis Alcócer, quien descubrió la veta que llevaba el chico
y se dedicó a extraerla
con la tenacidad de
minero chileno. El Chispo Silva, el Banana Hernández y el Oficial Rodríguez -tres de sus compañeros- también le enseñaron el silabario oculto de la buena joyería. Allí hacían bandejas y cubertería
que entregaban en la Platería Hamilton de Quito, que las vendía
como si fueran inglesas.Un día
le u0093soplaronu0094 que en Guayaquil se ganaba mejor y hasta el Puerto se fue, con los bolsillos vacíos pero con la mochila llena de ilusiones. Como a pesar de su edad ya era un experto se hizo de un lugar en la Joyería Artex, de Antonio Seminario. Recuerda que ganaba un buen sueldo; dinero
que terminaba tras los mostradores de El Barquito, el mítico bar que montó Daniel Santos en el puente 5 de Junio de El Salado. De esa vorágine le rescató su mamita,
Rosa, y le regresó de la oreja hasta Sangolquí, donde no estuvo por mucho tiempo.u00a0La próxima parada:
Tulcán. Fue una estación que marcó su vida pues ahí, a más de trabajar con Segundo Hernández,
conoció a su esposa,
María Alarcón Benalcázar. Con
algunos ahorros
regresaron al pueblo natal. Luego de trabajar en los talleres de varios maestros quiteños,
compró el pequeño local
de
un señor Velasco. Fue en 500 sucres y hace 48 años. Luego adquirió la propiedad del señor Zurita, ubicada en la intersección de
las calles Pichincha y Montúfar.
Desembolsó 75 mil
sucres.
Allí nacieron
y siguen vigentes los Talleres de Orfebrería Artística y Religiosa Cevallos.u00a0En ese tiempo se le apareció, literalmente, la Virgen... de El Quinche. El párroco de esa parroquia
le encargó fabricar las andas de plata que le sirven para sus peregrinaciones. Tanto le gustó ese trabajo al clérigo que se encargó de recomendarlo sin reservas entre los de su gremio, especialmente entre los oblatos, quienes se convirtieron en los
ángeles con sotana del artesano. Para ellos diseñó y fabricó obras como el altar mayor de la Basílica del Voto Nacional y
la corona de oro del Corazón de
María.Con semejante aval, los encargos se repitieron con frecuencia. Hasta realizó el tabernáculo y la decoración de la iglesia Picayune de Nueva Orleans, en los Estados Unidos. Aunque ahora trabaja poco porque es el presidente de la Unión de Orfebres de Pichincha, siempre da el visto bueno para
que los trabajos que salen del taller sean perfectos.
Sus hijos César y Andrés y seis empleados más se esfuerzan en que así sea.
César Jr. es el nuevo alquimista y el que prolonga la tradición.
Y hay custodias, copones, andas, bandejas y coronas para rato.u00a0Más Chulla Vida:u00a0 El último maestro de la vieja guardia 'El Chocolate' que endulza los oídos Las manos que alivian con el alma Crece con gigantes César Guacán Tambi, el Luthier ecuatoriano