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2011-03-24 05:09:32

Chiriyacu, un barrio de obreros

DesdeDesde hace 70 au00f1os el estadio de Chimbacalle se ha convertido en el espacio perfecto para la recreaciu00f3n de los moradores de Chiriyacu.

Fue conformado por el empeño de sus dirigentes, quienes transformaron el gran terreno donde está asentado. En el lugar, la amistad y el apoyo de sus habitantes reinan.u00a0Han pasado más de 50 años y Natalidad Vega aún tiene presente el sabor de los catzos fritos con tostado. Eran unos pequeños animales invertebrados que ella, en compañía de sus padres, salía a recolectar en donde se edificó lo que actualmente es el barrio Chiriyacu.

En ese entonces no existían calles, todo era un potrero. A uno le tocaba salir con fundas en los pies para no mancharse con el lodo, pero...,

el relato de Vega es interrumpido por Marco Moya, morador del barrio desde hace 60 años.u00a0Sus ojos transmiten alegría y con voz firme asegura que cuando uno es niño no importa el tipo de suelo por donde camina.

Esos matorrales se convertían en las guaridas perfectas para jugar a las escondidas o a la guerra, pese a que no existían calles, luz, agua,

alcantarillado... eran lindos tiempos, agrega el vecino.

Un barrio de obrerosY, ¿cómo nace Chiriyacu? Gracias al trabajo incansable de unas 40 personas, contesta Moya.

Él dice esto porque recuerda que, aproximadamente hace 90 años, el sindicato de trabajadores de la fábrica

textil La Internacional compró una parte de la hacienda Alamor, terreno sobre el que está ubicado el barrio.

Una de estas personas era mi padre, él

junto a otras 40 compañeros lucharon por conseguir esos terrenos,

tiempo después construyeron unas casitas hechas a base de lodo, de las cuales ya existen muy pocasu0094, sostiene Moya.u00a0 Un izquierdazo

Precisamente esta lucha es una de las características principales del lugar, pues según cuentan varios

vecinos en Chiriyacu se ha logrado vencer hasta al mismísimo diablo.u00a0Se dice que un señor de apellido Montoya, al que le gustaba mucho el licor, estaba caminando por la calle Alpahuasi cuando de repente se le apareció el señor de los infiernos, así que él tomó valor y le pegó con su mano izquierda y logró vencerle. Al verlo en el suelo,

Montoya le dijo: pobre diablo, contó Francisco Páez, presidente del comité de seguridad de Chiriyacu Medio.

Esa es la razón, según Páez, por la que el único parque del lugar -ubicado a un lado de la calle Juan

Borgoñón- se lo conoce con el nombre de Pobre Diablo.u00a0Las 'manos milagrosas' están en ChiriyacuUno de los personajes más conocidos del barrio Chiriyacu es Nelson Jácome, también llamado el manos mágicas. Esto porque él, desde hace 40 años, se dedica a calmar las dolencias de cientos de lesionados que acuden a diario al Centro Comercial del Ahorro (CCA) Chiriyacu, para que don Nelson les de uno de sus famosos masajes.

Mis abuelitos se dedicaban a hacer estas frotaciones, aprendí de ellos y comencé a curar a algunos lisiados, poco después (cuando vivía en este barrio), tomé la decisión de ganarme la vida de esta manera, recuerda.u00a0En aquel entonces, afirma el fregador, puso una silla y un letrero en la puerta principal del centro de expendio, las mismas que hasta el momento siguen conformando, lo que según él, es su consultorio.u00a0Don Nelson hace llorar, pero después de sus masajes se va el dolor, dice Paúl Escobar, uno de sus antiguos pacientes. Él asegura que hace unos cuatro meses llegó con un fuerte dolor en la muñeca del brazo izquierdo y después de que Jácome hizo su trabajo, su malestar desapareció por completo.u00a0Por ello es que todos los días, desde las 09:00 hasta las 14:00, él se ubica en la puerta del CCA, junto a una caja de madera vieja. Allí, cuenta el masajista, lleva sus pomadas milagrosas; las mismas que son hechas por él y sus ingredientes son secretos, pero muy curativos.

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