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2014-10-31 06:32:29

No pararon de caminar

Maru00edaMaru00eda Lucila Nacimba, en la entrada de su casa, en Cuendina, Amaguau00f1a. Foto: Alfredo Lagla / u00daN

Caminaron toda la tarde y noche, atravesaron quebradas, riachuelos; les dolían las piernas pero caminar las mantuvo calientes. María Lucila Nacimba (59 años) y Olga Loya (53) se extraviaron en los Iliniza el martes. Las hallaron a las 12:00 del siguiente día.María Lucila cuenta que a las 04:30 del martes se levantó, cogió su balde, una gorra, 'cucayo' y un plástico. Pensó irse 'calladita' de su casa, en Cuendina (Amaguaña), sin decir nada a nadie. Cuando su esposo se percató, le preguntó adónde se iba. Ella le contó su plan y se marchó.

Eran cuatro amigas las que iban de excursión. Al llegar al Iliniza por el lado de El Chaupi, el grupo encontró un 'paraíso de mortiños'. Las matas estaban llenitas y no tardaron en llenar sus baldes. A las 11:00 emprendieron el retorno. María Lucila cuenta que, en ese instante, Olga le dijo que esperara porque había encontrado una mata con abundantes mortiños. Ese momento cambió su historia.Ellas perdieron de vista a las otras dos mujeres porque la neblina les cubrió. Caminaron toda la tarde por un camino que encontraron, sin darse cuenta de que se alejaban cada vez más del lugar por donde entraron. Sabían que estaban perdidas pero continuaron caminando.

De pronto 'cayó la noche' y su preocupación aumentó aún más. María temía, incluso, que un animal la comiera. En un momento, mientras caminaban en plena oscuridad, cayeron a una quebrada. María Lucila se sostuvo de una rama. Su amiga Olga le dijo que se soltara y ella lo hizo. Juntas, lograron salir.

El frío era muy intenso, sus ropas estaban estilando, pero se mantuvieron caminando esperando encontrar una luz que las guiara. Alcanzaron a ver luces de las linternas de quienes las buscaban. Pero,por más que gritaban ellos no los escuchaban, estaban lejos.Llegaron a unos pastizales y se sentaron por un momento. Quisieron dormir pero temían no despertar. Más bien, empezaron a rezar y pedir a la Virgen y a 'sus muertos' que les ayudaran a salir de ahí.

'Diosito nos ayudó porque no se demoró en amanecer'. Ya con la luz del sol continuaron caminando hasta que un hombre en caballo las encontró. Estaban cubiertas de lodo.

Redacción Quito (I)

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