Es un amante de la música

Pertenece a la quinta generación de maestros de capilla. Así que Mario Godoy Aguirre (Riobamba, 1954) estuvo signado a seguir los mismos pasos de sus antepasados.

Lo hizo con fe. Al igual que sus nueve hermanos (cinco mujeres y cuatro hombres). Todos se decantaron por la música, aunque solo cinco ejercen el oficio.

El acordeón era su juguete. A hurtadillas lo tomaba y sacaba una que otra canción al oído. Igual cosa sucedió con el órgano que su padre, Gonzalo Godoy, atesoraba y cuando salía a la calle lo dejaba bajo siete llaves.

Algo infructuoso, pues su esposa -y madre de Mario- Rosa Aguirre, abría el candado para que sus hijos lo entonaran.

El celo de don Gonzalo tenía una explicación. Él soñaba que su hijo mayor sea médico y no músico.

Aun así, siempre le llevaba a las funciones en los teatros León (Riobamba) y Lalama (Ambato). Allí compartían con los artistas de moda de esa época.

A fines de los 60, el delirio que Mario sentía por la música ecuatoriana se diluyó, pues el movimiento roquero le fue ganando. Sus referentes: Carlos Santana, Los Iracundos, Sandro, Leonardo Favio.

Formaba parte de la estudiantina del Colegio San Felipe de Riobamba y lo único que deseaba era ser como sus ídolos. Y desconoció a la música popular.

Pero un 21 de abril de 1973, cuando hacía el transbordo de tren en Nueva Jersey (EE.UU.), de una tienda de discos oyó el pasacalle El mendigo, interpretado por Julio Jaramillo y entonado por el acordeón de su padre.

Ese instante fue el punto de encuentro con sus raíces. Lo inevitable: renació su interés por conocer la música de su familia, de su provincia y de su país.

Desde aquel día, se dedicó a investigar la música ecuatoriana. Primero a través de lecturas, luego con una infinidad de entrevistas a artistas locales.

A finales de los 90 fue el director de un macro-diccionario de 10 tomos sobre la música hispanoamericana. Y se codeó con musicólogos del mundo.

Desde EE.UU, país donde reside hace 18 años y junto a su familia, ha seguido escarbando y está por publicar una serie de tomos sobre 'La contribución a la historia de las músicas del Ecuador'.

Su obra clave: 'Música en la Presidencia y Real Audiencia de Quito'. Y su plan inmediato, escribir un libro sobre Julio Jaramillo y dimensionarlo como compositor.

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