Arte que nace del reciclaje

Todo sirve; nada está vedado. Metales desechados, maderas viejas, troncos, mangueras que ya han cumplido su vida útil, recortes de los talleres de rotulación que van a parar a la basura, rocas y cantos rodados recogidas de las riberas de los ríos, piedras de moler encontradas en las ferias de los pueblos.Todo eso es la materia prima con la cual Carlos Jácome y su esposa, Nieves Cachihuango, dan forma a objetos decorativos y útiles que, sin embargo, se caracterizan por ser muy estéticos. Tanto que quienes pasan por su local, Mikál, arte y calor, ubicado entre la av. Naciones Unidas y Veracruz sucumben ante su embrujo y cruzan el dintel.

Allí les guiñan los ojos decenas de figuras. Hay árboles de la vida elaborados en metal, búhos de latón o cerámica, gallitos de hierro reciclado y pintados con primor con tintes ecológicos, juegos de té pintados con técnicas de envejecido, un perro cuyo cuerpo es una antigua piedra de moler.

Jácome explica que en su taller, al menos el 75% de los materiales es reciclado. El resto lo componen elementos orgánicos como lanas, cueros, hojas, lonas. También elaboran bisutería fina con piedras semipreciosas como ópalos, ágatas, cuarzos, turquesas...

La madera es otro de los materiales utilizados con acierto. Jácome la recoge donde puede y como puede. A veces vamos en el carro por la carretera y descubrimos un pedazo de árbol que nos puede servir. Y lo recogemos, explica Chachihuango con convicción.

¿Los precios?

De acuerdo con el trabajo realizado y su proyección, porque todos nuestras creau00adciones tienen un sentido espiritual, una relación con la Pacha Mama, apunta Jácome. Así: un árbol de metal de gran formato puede costar USD 480. Una mariposita, USD 14. Un torito con cuerpo de piedra de moler, USD 28. Un búho de cerámica USD 25. Un gatito que es candelabro, USD 25. Un botellero de metal, USD 20. Un portafruta, USD 80. Una lámpara de pie, USD 140. Y así.

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